El uso del Aloe con fines terapéuticos y cosméticos se remonta a hace más de 4.000 años. Es originario de África y tiene la apariencia de un cactos aunque realmente es una liliácea de la familia de las cebollas. El jugo de su pulpa contiene vitaminas B,C i E. Por su composición la planta tiene la capacidad de cicatrizar sus propias heridas y sobre nuestra piel ejerce este mismo efecto, resecando tambien los granitos que puedan aparecer mejorando claramente la piel con acné.
El aloe es un aliado magnífico para el verano ya que calma y refresca la piel tras una exposición solar. Alivia las picaduras de insectos y mejora los eccemas y la psoriasis y si se usa de forma continuada disimula las estrías.
Esta planta acelera la producción de nuevas células por lo que está considerado un magnífico regenerador cutáneo y si se usa con regularidad ralentiza la aparición de arrugas.
El aloe puede aplicarse sobre todo tipo de pieles aunque al tener un efecto astringente se recomienda para el cutis graso.
Se aprovecha únicamente la parte gelatinosa del interior de la hoja que se puede aplicar directamente sobre la piel.
Con su uso diario se notan efectos muy inmediatos.
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